San Agustín, predicador de la Palabra

Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos… y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado (Mt 28, 19-20). Anunciar la Buena Noticia no es para mí motivo de orgullo, sino una obligación a la que no puedo renunciar. ¡Ay de mí si no anuncio la Buena Noticia! (1 Co 9, 16)

Si les sirviera pan, habría que partirlo; cada uno de ustedes tomaría un pedazo, y, por mucho que sirviese, no llegaría más que una mínima porción a cada uno. En cambio, lo que digo lo tienen todo todos y cada uno en particular. ¿Acaso han dividido entre ustedes las sílabas de mis palabras? ¿Acaso se lleva cada uno una palabra de este largo sermón? Cada uno de ustedes lo oyó en su totalidad, pero esté atento a cómo lo oyó; yo soy solo quien se lo da, no quien les pedirá cuentas. Si no lo doy y me reservo el dinero, el Evangelio me aterroriza. Podría decir: «¿Por qué tengo yo que hastiar a los hombres y decir a los malvados: No obren mal, vivan así, obren de esta otra forma, dejen de hacer eso?» ¿Quién me manda a mí ser un peso para los hombres? Se me ha indicado ya cómo debo vivir; viviré como me han mandado y como me han ordenado. Me responsabilizo de lo que yo he recibido; ¿por qué voy a tener que dar cuenta de los demás? El Evangelio me aterroriza. En efecto, nadie me superaría en ansias de vivir en esa seguridad plena de la contemplación, libre de preocupaciones temporales; nada hay mejor, nada más dulce, que escrutar el divino tesoro sin ruido alguno; es cosa dulce y buena; en cambio, predicar, argüir, corregir, edificar, el preocuparte de cada uno… es una gran carga, un gran peso y una gran fatiga. ¿Quién no huiría de esta fatiga? El Evangelio me aterroriza... (Sermón 339, 4).

La predicación agustiniana tiene como fuente el encuentro meditativo con la Palabra y la intención de fortalecer al pueblo de Dios en su tensión hacia Dios Amor. Por ello está lejos de la soberbia y la vanagloria. El modelo de predicador es Cristo Humilde. Predicar a Cristo es un oficio de todo cristiano. Y todo cristiano está llamado a proclamarLo desde su experiencia de Dios y testimonio de vida, dando razón de su fe. La exposición de Fray Víctor Villegas, de la Orden de Agustinos Recoletos, nos acerca a todos estos elementos.

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