El Directorio para la catequesis y la espiritualidad agustina

¿Cómo integrar la espiritualidad agustina en mi ser-catequista y en mi catequesis?

El nuevo Directorio brinda una esperada aplicación de los principios de la Nueva Evangelización (expuesto en la Evangelii Gaudium del Papa Francisco) al ámbito pastoral de la catequesis. 

En los números 359-372 del Directorio,  encontramos un análisis de las oportunidades y límites que los entornos virtuales ofrecen a los procesos de evangelización, y de los que se desprenden los siguientes principios de acción catequética virtual:

  • Los medios digitales o tecnológicos son eso, medios, no fines. Al evangelizar a jóvenes digitales se requiere apuntar a algo más de lo que se suele experimentar en las redes sociales. 
  • Por ello, el uso de nuevas tecnologías en la catequesis está llamado a alcanzar experiencias de fe transformadoras y que ofrezcan claves interpretativas para la vida, yendo más allá de la sola información. Se trata de responder a las grandes cuestiones humanas que guardamos en el corazón.
  • La personalización de los procesos evangelizadores auténticos conllevan la experiencia de comunión y desembocan en la comunidad eclesial. La liturgia y la inculturación en ámbitos digitales son, por tanto, importantes experiencias de encuentro con Dios y con el prójimo, que deben preservarse, justamente, para vencer la tendencia individualista y objetivante que el mundo digital suele imponer a sus usuarios.

Respecto de las dos primeras de las cuatro dimensiones de la formación de todo catequista (a saber: 1. Ser, 2. Saber ser con, 3. Saber y 4. Saber hacer; expuestas por el Directorio en sus números 136-150), compartimos contigo cinco consejos provenientes de la conclusión del tratado La catequesis a los principantes (del año 399 o 405) [http://www.augustinus.it/spagnolo/catechesi_cristiana/index2.htm], escrito por San Agustín al diácono Deogracias, catequista de Cartago, quien le solicitó cómo hacer para tener éxito en la predicación de la fe cristiana dirigida a quienes nada sabían de ella. Nuestro Padre, después de exponerle varios aspectos metodológicos, pedagógicos, psicológicos y retóricos (propios del Saber y del Saber hacer catequético), finaliza su tratado (27, 55) dirigiéndose al corazón de Deogracias, para preservarlo de las tentaciones internas y externas contrarias al amor cristiano. Por ello, aquí Agustín atiende, justamente, al Ser y al Saber ser con, señalando la necesidad de alcanzar madurez humana y practicar relaciones sanas que expresen con claridad cómo se vive el amor de Cristo:

  1. Imita a los buenos, tolera a los malos y ama a todos, ya que no sabes cómo ha de ser mañana el que hoy es malo.
  2. No ames la injusticia; más bien, ama al injusto precisamente para que aprenda la justicia; porque no solo se nos manda el amor a Dios, sino también el amor al prójimo.
  3. No pongas tu esperanza en hombre alguno, pues una cosa es Aquel que nos hace santos y otra aquellos con los que nos santificamos. En cambio, coloca toda tu esperanza en Dios, que es Trinidad y que envía a todo cristiano su Espíritu Santo para que puedas cumplir la doble ley del amor.
  4. Ten presente que el diablo tienta por medio de tus deseos y por medio del miedo a las persecuciones, los sufrimientos y a la misma muerte. Piensa y asume, más bien, que cuanto más haya sufrido un hombre por el nombre de Cristo y por la esperanza de la vida eterna, tanto mayor recompensa recibirá.
  5. Recuerda que las obras de misericordia, unidas a la piadosa humildad, alcanzan del Señor que no permita que sus siervos sean tentatos más allá de sus propias fuerzas.

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