San Agustín, pastor de Hipona
Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas… Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí (Jn 10, 11.14)
Ser pastor, en época de san Agustín, implicaba la función de formar en la fe y para el servicio, al clero y a todo el pueblo de Dios. Nuestro padre espiritual cumplió este oficio a lo largo de sus 35 años de obispo y por casi toda el África Romana. En su pastoral, transmitió su pasión por la verdad y la necesidad de una conversión contínua; atendía la diversidad con un estilo cercano, siempre adecuado a la situación; practicó un discernimiento basado en criterios de razón y de fe, siendo el mayor de ellos el amor cristiano. Fray Nelson Pinzón, sacerdote agustino y Párroco de Nuestra Señora de Gracia (Lima), nos ofrece un acercamiento a estos y otros aspectos, mostrando su actualidad.