A comparación de los otros tiempos litúrgicos, en los cuales se celebra un particular aspecto del misterio de Cristo, el Tiempo Ordinario se presenta como un conjunto de 33 o 34 semanas pensados para celebrar y acompañar a Jesús en su vida pública —tal y como la relatan los evangelios— a la luz de su resurrección, y aprender de la vida cotidiana de las primeras comunidades cristianas después de acoger la novedad de la Pascua. Esta fue una de las novedades litúrgicas que nos trajo el Concilio Vaticano II, para seguir celebrando la Pascua cada domingo y ofrecer a los fieles lecturas bíblicas y fiestas para su crecimiento espiritual.
Pero, en concreto, ¿cómo disponernos para no pasar por alto tal riqueza y dejar que nuestra vida cristiana, nuestra vida comunitaria y nuestra misión sean renovadas también en este tiempo litúrgico? Te proponemos 4 ideas: