El pensamiento y el interés de san Agustín por profundizar en el misterio de la Gracia de Cristo reciben un estímulo particular a causa de la crisis pelagiana. El pelagianismo consistía en una predicación que no integraba la Buena Nueva de Cristo Médico y Reconciliador nuestro frente a Dios y frente a los hermanos, y que no distinguía gracia de Dios y libertad humana, pues confundía el alcance de cada una. El obispo de Hipona, al contrario, señalará, hasta el final de sus días, que la posibilidad y el camino para llegar a Dios es Cristo, quien es Gracia inmerecida, Dios que se dona gratuitamente; y también enseñará que de Él debemos acoger no solo su enseñanza y ejemplo, sino también su sanación, su acción interior que ilumina la inteligencia, fortalece la voluntad, recupera el sentido de la libertad, y acompaña el bien que actuamos. El Doctor Gustavo Sánchez, Vicerrector de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, nos ofrece una síntesis del legado agustino sobre la Gracia, sin perder de vista los aspectos eclesiales y pastorales de esta convicción cristiana, de la cual san Agustín es un pensador clave para todos los tiempos.