Pacificar el corazón: Date un espacio adecuado para la oración.
Invocar al Espíritu Santo: Pídele al Espíritu Santo que te de luz para entender las escrituras.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu creador y renueva la faz de la tierra.
¿Qué me dice el texto?
Lee atentamente la lectura bíblica: Ponte en contexto, fíjate en los personajes, acciones, sentimientos, etc.
Puedes encontrar la frase que te impacte y detente en ella.
«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Ustedes están ya limpios gracias a la Palabra que les he anunciado. Permanezcan en mí, como yo en ustedes. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes si no permanecen en mí. Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán. La gloria de mi Padre está en que den mucho fruto, y sean mis discípulos.
Palabra del Señor,
Gloria a ti, Señor Jesús
¿Qué te dice el texto que pueda iluminar tu vida?
¿Cómo se encuentra tu relación con Dios?
Realiza un compromiso concreto para vivir lo que la Palabra de Dios te ha dicho.
Grande eres, Señor, y digno de toda alabanza. Grande es tu poder, tu sabiduría no tiene límites. Y este hombre, pequeña migaja de tu creación, quiere alabarte. Precisamente este hombre, que es un amasijo de fragilidad, que lleva aún pegada la etiqueta de su pecado, y es la mejor demostración de lo que es la soberbia. A pesar de tanta miseria, este hombre quiere alabarte. Y eres tú mismo quien lo estimulas a que encuentre deleite en ello. Porque nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti. (Conf 1, 1, 1)