El día que vi a Cristo pasar por la capilla

Nuestra cercanía con Jesús es la clave, llevarlo en el corazón, amar su misterio. ¡Misterio de amor! Solo así el hermano se convertirá en otro Cristo que viene a mi, desde su historia y sus necesidades.

Un día de marzo me encontraba rezando el rosario en la capilla del colegio. De pronto, el P. Alejandro Martínez, como todos los días y con todos los achaques que le acompañan, entró y se sentó en la primera fila. Yo estaba casi al final. Cuando meditaba el 4° misterio doloroso y contemplaba a Jesús cargando la Cruz, el P. Alejandro, con la ayuda del enfermero que le acompañaba, se puso de pie, cogió su bastón y siguió su camino.

 

Y lo vi. Vi a Cristo en el P. Alejandro. Vi al Cireneo en el enfermero que le ayudó a levantarse. Vi la Cruz en ese bastón al que se aferró para caminar. Y me quedé un poco “tonto”. Vi a otro Cristo, en la sencillez cotidiana. ¡Tantos años consagrado a Dios y al servicio de los hombres! ¡Yo también quiero llegar hasta el final! ¡Hasta el final de mis días… configurándome con Cristo! ¿Tú, no?

 

Cristo va a pasar delante de ti, por tu vida. Hace poco, el P. Pablo Larrán en una homilía citó uno de los temores más grandes de Agustín: Temer que Cristo pase y yo no me dé cuenta. ¿Qué puedo hacer para “entrenarme” a verlo en mis hermanos? El papa Francisco reflexionó para nosotros los siguiente:

Siempre Jesús está presente allí. Donde hay necesidad, una persona que tiene una necesidad, sea material que espiritual, Jesús está ahí. Reconocer su rostro en el de quien se encuentra necesitado es un verdadero desafío contra la indiferencia. Nos permite ser siempre más vigilantes, evitando que Cristo nos pase al lado sin que le reconozcamos. Me vuelve a la mente la frase de san Agustín: Timeo Iesum transeuntem (Sermón 88, 14, 13), tengo miedo de que el Señor pase y no le reconozca, que el Señor pase delante de mí en una de estas personas pequeñas, necesitadas y yo no me dé cuenta de que es Jesús. ¡Tengo miedo de que el Señor pase y no le reconozca! Me he preguntado por qué san Agustín dijo que temiéramos el paso de Jesús. La respuesta, desgraciadamente, está en nuestros comportamientos: porque a menudo estamos distraídos, indiferentes, y cuando el Señor nos pasa cerca perdemos la ocasión del encuentro con Él (Papa Francisco, Audiencia General 12/10/2016).

 

Nuestra cercanía con Jesús es la clave, llevarlo en el corazón, amar su misterio. ¡Misterio de amor! Solo así el hermano se convertirá en otro Cristo que viene a mi, desde su historia y sus necesidades.

 

Entrénate:

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Redirige toda tu vida hacia Cristo

 

Y ¡sal de ti al encuentro de los demás!

 

¡Sigamos al Maestro, seamos condiscípulos! ¡Sigamos sus huellas! ¡Vivamos dando la vida por Dios y por todos los hombres! ¡No perdamos el tiempo!

 

Fr. André Noborikawa OSA