DOMINGO DE PENTECOSTÉS – 23 de mayo

La Lectio Divina es un medio para conocer la Palabra viva y eficaz de Dios, un modo de encontrarse con Cristo, en el que podemos examinar nuestra vida y vivir en comunión salvífica con él.
PREPARAR: 

Pacificar el corazón: Date un espacio adecuado para la oración.

Invocar al Espíritu Santo: Pídele al Espíritu Santo que te de luz para entender las escrituras.

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Te pedimos, Señor, que llenes nuestros corazones con la luz del Espíritu Santo, para que te busquemos en todas las cosas y cumplamos con gozo tu voluntad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

LEER:

Lectura del santo evangelio según san Juan (20, 19-23):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a ustedes». Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo». Y dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los retengan, les quedan retenidos».

Palabra del Señor, 

Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITAR

Lo que es el alma respecto al cuerpo del hombre, eso mismo es el Espíritu Santo respecto al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. El Espíritu Santo obra en la Iglesia lo mismo que el alma en todos los miembros de un único cuerpo… Si quieres recibir la vida del Espíritu Santo, conserva la caridad, ama la verdad y desea la unidad para llegar a la eternidad (San Agustín, Sermón 267, 4)

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:

¿Qué te dice el texto que puede iluminar tu vida?

¿Cómo está tu confianza en Dios? 

COMPROMISO:

Realiza un compromiso concreto para vivir lo que  la Palabra de Dios te ha dicho.

ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN: 

Señor Dios, danos la paz, puesto que nos has dado todas las cosas; la paz del descanso, la paz del sábado, la paz sin ocaso. Porque todo este orden hermosísimo de cosas muy buenas, terminados sus fines, pasará; y por eso se hizo en ellas mañana y tarde (San Agustín, Confesiones 13, 35, 50)