DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD – 30 de mayo

La Lectio Divina es un medio para conocer la Palabra viva y eficaz de Dios, un modo de encontrarse con Cristo, en el que podemos examinar nuestra vida y vivir en comunión salvífica con él.
PREPARAR: 

Pacificar el corazón: Date un espacio adecuado para la oración.

Invocar al Espíritu Santo: Pídele al Espíritu Santo que te de luz para entender las escrituras.

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

LEER:

Lectura del santo evangelio según san Mateo (28, 16-20):

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo».

Palabra del Señor, 

Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITAR:

Señor y Dios mío, en Ti creo, Padre, Hijo y Espíritu Santo. No diría la Verdad: Vayan a todas las gentes en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, si no fueras Trinidad. Y no mandarías a tus siervos ser bautizados, mi Dios y Señor, en el nombre de quien no es Dios y Señor. Y si Tú, Señor, no fueras al mismo tiempo Trinidad y un solo Dios y Señor, no diría la palabra divina: Escucha, Israel; el Señor, tu Dios, es un Dios único. Y si Tú mismo fueras Dios Padre y fueras también Hijo, tu palabra Jesucristo, y el Espíritu Santo fuera vuestro Don, no leeríamos en las Escrituras canónicas: Envió Dios a su Hijo; ni Tú, ¡oh Unigénito!, no dirías del Espíritu Santo: Que el Padre enviará en mi nombre; y: Que yo enviaré a ustedes de parte del Padre (San Agustín, La Trinidad 15, 28, 51).

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:

¿Qué te dice el texto que puede iluminar tu vida?

¿Eres testimonio del amor de Dios en tu vida? 

COMPROMISO:

Realiza un compromiso concreto para vivir lo que  la Palabra de Dios te ha dicho.

ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN: 

Fija la mirada de mi atención en esta regla de fe, te he buscado según mis fuerzas y en la medida que Tú me hiciste poder, y anhelé ver con mi inteligencia lo que creía mi fe, y disputé y me afané en demasía. Señor y Dios mío, mi única esperanza, óyeme para que no sucumba al desaliento y deje de buscarte; ansíe siempre tu rostro con ardor. Dame fuerzas para la búsqueda, tú que hiciste te encontrara y me has dado esperanzas de un conocimiento más perfecto. Ante ti está mi firmeza y mi debilidad: sana ésta, conserva aquélla. Ante ti está mi ciencia y mi ignorancia; si me abres, recibe al que entra; si me cierras el postigo, abre al que llama. Haz que me acuerde de ti, te comprenda y te ame. Acrecienta en mí estos dones hasta mi reforma completa  (San Agustín, La Trinidad 15, 28, 51).