Pacificar el corazón: Date un espacio adecuado para la oración.
Invocar al Espíritu Santo: Pídele al Espíritu Santo que te de luz para entender las escrituras.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Oh Dios Padre, que nos has revelado el misterio sublime de tu bondad enviando al mundo a tu verbo, Palabra de Verdad, y a tu Espíritu santificador, concédenos la plenitud de la fe que reconoce y adora la presencia del único Dios. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,26-34):
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha».
Les dijo también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra». Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado
Palabra del Señor,
Gloria a ti, Señor Jesús
Vean que somos viandantes. Preguntan ustedes: «¿Qué significa caminar?» Les respondo en pocas palabras: «Avanzar, no sea que por no entenderlo caminen con mayor pereza». Avancen, hermanos míos; examínense continuamente sin engaños, sin adulaciones… Nadie hay contigo en tu interior ante el que te avergüences o te jactes. Allí hay alguien, pero uno al que le agrada la humildad; sea él quien te ponga a prueba. Ponte a prueba también tú mismo. Desagrádete siempre lo que eres si quieres llegar a lo que aún no eres, pues donde hallaste complacencia en ti, allí te quedaste. Mas si has dicho: «Es suficiente», también pereciste. Añade siempre algo, camina continuamente, avanza sin parar; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Quien no avanza, queda parado; quien vuelve a las cosas de las que se había alejado, retrocede… Mejor va un cojo por el camino que un corredor fuera de él (San Agustín, Sermón169, 18).
¿Cuento con una idea de humildad a la luz del Cristo Pascual?
¿He experimentado que la humildad es importante para mi crecimiento espiritual y para ser agradecido con Dios?
Mi testimonio de vida, ¿proyecta acaso mi seguimiento de Cristo humilde?
Realiza un compromiso concreto para vivir la humildad que brota de la fe en Cristo Pascual.
Nosotros, Señor, somos tu pequeña grey. Tú nos posees. Extiende tus alas para que nos refugiemos bajo ellas. Tú serás nuestra gloria. Por ti seamos amados y tu palabra sea temida en nosotros (San Agustín, Confesiones 10, 36, 59).