7 de agosto – Domingo 19.º del Tiempo Ordinario: Lc 12, 32-48

Se pide, se busca, se llama a Dios con el corazón. Pero si el corazón quiere pedir, llamar y buscar de manera justa, debe ser piadoso, es decir, debe ante todo amar a Dios desinteresadamente, y no contar fuera de él con otra recompensa que se pueda esperar de él.
(San Agustín, Sermón 91, 3-4).

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 32-48)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No temas, pequeño rebaño, porque el Padre de ustedes ha tenido a bien darles el reino. Vendan sus bienes y den limosna; háganse bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está su tesoro, allí estará también su corazón.

Tengan ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Ustedes están como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; les aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.

Comprendan que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.

Lo mismo ustedes, estén preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del hombre».

Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».

Y el Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. Les aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».

Palabra del Señor, 

Gloria a ti, Señor Jesús