24 DE ABRIL – DOMINGO 2.º DE PASCUA O DE LA DIVINA MISERICORDIA (CICLO C)

PREPARACIÓN: 

Pacificar el corazón: Date un espacio adecuado para la oración.

Invocar al Espíritu Santo: Pídele al Espíritu Santo que te dé luz para entender las Escrituras.

 

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

LECTURA:

¿Qué me dice el texto?

Lee atentamente la lectura bíblica:  Ponte en contexto, fíjate en los personajes, acciones, sentimientos, etc.

Puedes encontrar la frase que te impacte y detente en ella.

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (20, 19-31):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.

Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a ustedes».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

Jesús repitió: «Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo».

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados; a quienes se los retengan, les quedarán retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor».

Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a ustedes».

Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contestó Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!».

Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor,

Gloria a ti, Señor Jesús

 

MEDITACIÓN CON SAN AGUSTÍN:

Los padres, los jefes que fueron los apóstoles anunciaron lo que no sólo vieron con los ojos, sino que tocaron con las manos (cf. Jn 1, 1). No obstante esto, el Señor, reservando para nosotros el don de la fe, a uno de sus discípulos que le había tocado y palpado, que había buscado y hallado la verdad con los dedos y exclamado: Señor mío y Dios mío, le dijo el mismo Señor y Dios: Has creído porque has visto. Y con la mirada puesta en nosotros que veníamos detrás, prosiguió: Dichosos quienes creyeron sin haber visto (Jn 20, 28-29)Nosotros ni hemos visto ni oído, y, no obstante, hemos creído. Se nos proclamó de antemano dichosos, ¿y carecemos de toda justicia? Vino el Señor en carne a los judíos y le dieron muerte; sin venir a nosotros, le aceptamos: El pueblo al que no conocí me sirvió y me obedeció con solo oír (Sal 17, 45)Siendo estos nosotros, ¿carecemos de toda justicia? Sin duda alguna, tenemos justicia. Agradezcamos la que tenemos, para que se nos añada aquella de que carecemos y no perdamos la que poseemos. Por lo tanto, también esta tercera cosa se halla en nosotros. Hemos sido justificados, pero la justicia crece a medida que progresamos (Sermón 158, 5).

 

REFLEXIÓN Y COMPROMISO:

ORACIÓN FINAL:

Bienaventurado el que te ama a ti, Señor, y al amigo en ti, y al enemigo por ti, porque únicamente no podrá perder al amigo quien tiene a todos por amigos en aquel que no puede perderse. Y, ¿quién es éste sino nuestro Dios, el Dios que «ha hecho el cielo y la tierra»? Nadie, Señor, te pierde, sino el que te deja  (Confesiones 4, 9, 14).