12 DE JUNIO – DOMINGO. SANTÍSIMA TRINIDAD, SOLEMNIDAD (CICLO C)

 

PREPARACIÓN: 

Pacificar el corazón: Date un espacio adecuado para la oración.

Invocar al Espíritu Santo: Pídele al Espíritu Santo que te dé luz para entender las Escrituras.

 

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Te pedimos, Señor, que llenes nuestros corazones con la luz del Espíritu Santo, para que te busquemos en todas las cosas y cumplamos con gozo tu voluntad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

LECTURA:

¿Qué me dice el texto? 

Lee atentamente la lectura bíblica:  Ponte en contexto, fíjate en los personajes, acciones, sentimientos, etc.

Puedes encontrar la frase que te impacte y detente en ella.

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (16, 12-15):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por decirles, pero no pueden cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y les comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que les irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso les he dicho que tomará de lo mío y se los anunciará».

Palabra del Señor, 

Gloria a ti, Señor Jesús

 

MEDITACIÓN CON SAN AGUSTÍN:

Por tanto, muy queridos hermanos, no esperen oírme las cosas que entonces no quiso el Señor decir a los discípulos porque aún no podían cargar con ellas, sino, más bien, progresen en la caridad que se derrama en sus corazones mediante el Espíritu Santo que les ha sido dado (Rm 5, 5), para que, ardientes en el espíritu y amadores de las cosas espirituales, puedan conocer la luz espiritual y la voz espiritual, que los hombres carnales no pueden soportar, no mediante algún signo que se muestre a los ojos corporales ni mediante algún sonido que haga ruido en los oídos corporales, sino mediante la visión y audición interiores. […] Así sucederá no que aprenderán de profesores exteriores lo que el Señor no quiso decir entonces, sino que todos serán aprendices de Dios (Jn 6, 45), de forma que sean capaces de contemplar con la mente misma eso mismo que, mediante las lecturas y sermones ofrecidos desde fuera, han aprendido y creído acerca de la naturaleza de Dios, no corpórea ni encerrada en lugar alguno ni extendida cual mole por espacios infinitos, sino por doquier entera, perfecta e infinita, sin brillos de colores, sin figuras de rasgos, sin caracteres de letras, sin serie de sílabas. (Tratado sobre el evangelio de san Juan 96, 4).

 

REFLEXIÓN Y COMPROMISO:

 

ORACIÓN FINAL:

La casa de mi alma es demasiado pequeña para acogerte, Señor. Hazla más grande. La casa de mi alma amenaza ruina. Restáurala, Señor. Lo sé, reconozco que da pena verla. ¡Está tan destartalada! ¿Quién será capaz de arreglarla? Ciertamente, yo no. ¡Sólo tú puedes arreglarla y limpiarla! Puesto que así lo creo, por eso me dirijo a ti. ¡Y.. tú lo sabes, Señor! (Confesiones 1, 5, 6).