04 de setiembre – Domingo 23.º del Tiempo Ordinario: Lc 14, 25-33

Muchas veces, las cosas propias causan enredo y obstáculo para poseer, no estos bienes propios, que son temporales y transitorios, sino los bienes comunes, que permanecen eternamente (San Agustín, Carta 243, 1.3)

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14, 25-33):

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:

«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.

Así, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.

¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?

Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Así pues, todo aquel de entre ustedes que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

Palabra del Señor, 

Gloria a ti, Señor Jesús